lunes, 1 de febrero de 2016

perfect day

Ha amanecido ya y, en el balcón, Lupita busca la última estrella en disipar su brillo: la Estación Espacial. Sostiene la taza de café entre las manos, le gusta sentir su peso, su calor. 

Empieza a llover. Si va a más, se pondrá las botas rojas, feliz como cuando, de muy pequeña, corría al colegio y no dejaba un solo charco sin pisar. Da un último sorbo y entra. Hoy no hay que regar las plantas.

El salón está desordenado, hay un par de revistas abiertas, las gafas de leer. En el sillón, el gato se ha adueñado de la manta. Libros, unos discos. En la cocina, deja la taza en el fregadero y abre la nevera, echa un ojo, habría que comprar huevos, a ver si le da tiempo luego, a la vuelta.



Cuando sale, la mañana ha abierto y el cielo está de un azul que da gusto mirarlo. Lupita sonríe y acelera el paso. Se pregunta si también hoy se cruzará con esa chica que huele a mandarina...




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