lunes, 24 de marzo de 2014

no hay manera

Cuando recibió la invitación al grupo de Facebook no se paró a pensarlo, pero en cuanto que vio el título de la página, Lupita sintió que la pereza le trepaba por la espalda: "Amigos de los 80", puf... 

Estuvo viendo fotografías de gente que le resultaba familiar, miradas antiguas que le trajeron a la memoria otras, más vivas, de cuando se llamaban unos a otros por el apellido y cualquier excusa era buena para hacer pactos de sangre. Buscó, casi sin querer, a M, que llevaba las faldas más cortas de todo el instituto y cuya voz arenosa perturbó sus sueños durante muchos años, pero a quien encontró fue a L, oculto tras una papada indecente y una sonrisa que hablaba de demasiados fracasos. Cerró la página y a punto estuvo de bloquear a quien la había invitado... Se sintió de repente muy cansada y salió al balcón. Encendió un cigarrillo, el segundo del día: le hacía falta.



Al hijo de A le encontraron el mes pasado un tumor. J lleva bien la muerte de su hermano, pero todavía cuesta verla y pensar que él no está ya. S ha superado lo del divorcio, y la hija de B está tan mayor que da vértigo pensar que no hace tanto la sostenía en el regazo, cuando era todo cabeza redonda y ojos como platos. Joder, si está a punto de acabar la tesis... Tanto tiempo, tanta gente querida.

Enciende otro cigarrillo. En la calle no hay nadie, el bar de enfrente está echando el cierre. Sin darse cuenta vuelve a pensar en M, los muslos morenos de M... Y se imagina por un momento una de esas reuniones de viejos amigos de cine, Reencuentro, o Los amigos de Peter... Comparar heridas, entregarse a la melancolía y hacer chistes tiernos y muy graciosos...  Reírse por no llorar.

Apaga el cigarrillo y vuelve adentro. Está echando de menos un buen guión en su vida... uno de Kasdan, por ejemplo. 

Pero no. No hay manera.

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