lunes, 26 de agosto de 2013

mirarte...


Mira que me gusta mirarte, Lupita. Te miro, por ejemplo, mientras lías uno de esos cigarrillos como de juguete que te gusta fumar a veces...  Me encanta cómo se mueven tus dedos pequeños, cómo manejas el papel y el tabaco, esa seguridad de malabarista y el fugaz relámpago rojo de la lengua después. 



Y me gusta la risa que te entra cuando ves que te miro, cuando lo enciendes y das la primera calada y me preguntas "¿qué?", y yo digo "nada, que me gusta cómo fumas, ya ves la tontería..."

lunes, 19 de agosto de 2013

lost boys

Lupita lo explica con gracia, remeda un teatro de marionetas con las manos, gesticula: las alas primero, un barullo de dedos que avanzan sobre la mesa, dos piernitas que patalean y luego, pum.  "Una mariposa gigante aletea a la altura de Nueva Zelanda, una cosa lleva a la otra y al final un tornado arrasa Kansas, le levanta la falda a Dorothy y se la lleva en volandas hasta la tierra de Oz. Poco más o menos..." Los niños se ríen, como cada noche. Voces metálicas, ojos chispeantes, eléctricos. Sus deditos imitan los gestos de Lupita, rutinas mecánicas que refuerzan los circuitos empáticos. Se miran las manos, fascinados, la sonrisa congelada.



 Antes de ir a dormir, últimas comprobaciones: generador de improbabilidad estable, condensador de fluzo a media potencia, selector de taquiones equilibrado. Todo en orden a bordo: el viaje continúa. 

¿Rumbo a Nuncanada? Rumbo a quién sabe...

lunes, 12 de agosto de 2013

con lápices de colores

Ejercicios de caligrafía: no salirse del renglón, imitar la posición de los dedos dibujados en la cubierta del cuaderno, las aes redondas, las ges y las efes con filigrana... Lupita se acuerda del pan con aceite y un pellizco de azúcar, masticar a dos carrillos y relamerse después, y se acuerda del grito de Tarzán en la televisión, Ron Ely lanzándose al agua a la hora de merendar...

Odió su letra durante muchos años: letra de chica, regular, limpia, tan bonita... La saboteó a conciencia, se peleó con ella y la redujo a escombros mientras de las deportivas con calcetines pasaba a las medias rotas con doctor martens rojas. Después, el word perfect hizo que dejara de importarle a nadie...



Con el tiempo, Lupita ha recuperado el placer de escribir a mano, y le gusta redactar largas cartas, a veces en dos o tres colores. Cartas copiosas llenas de dibujos y fotografías pegadas. Cartas en las que se deja llevar, cartas que son mundos. 

Cada día miro el buzón. Cada día espero encontrar dentro otra carta de Lupita...

lunes, 5 de agosto de 2013

Sara

Después de tantos años, justo hoy, justo aquí. Pero claro, todo el mundo quería a D, qué mejor lugar, qué mejor momento, que su velatorio.

Nadie parece reconocerla, y ella no se esfuerza por remediarlo, con ese chaquetón gris y esa manera de moverse, de estar sin estar del todo: lenta, como pensando mucho antes de adelantar un pie, antes de sacar las manos de los bolsillos para encender un cigarrillo. Esa inseguridad emborronada que provocan muchos años de ingravidez. Nadie la reconoce con ese pelo tan corto, entrecano. Tampoco los ojos son los mismos: esa mirada cansada y triste de quien ha visto demasiadas cosas, esa manera de entrecerrarlos cuando me acerco y sonrío y me sonríe, y hasta su sonrisa parece gris.

Hablamos poco, apenas cuatro frases. Le pregunto por Lupita, pero hace un gesto vago que no sé cómo interpretar. Me besa en la mejilla al despedirse, sus labios sí son los mismos de entonces, tan suaves. 



La miro mientras se marcha. Tampoco ha cambiado de perfume: el mismo que usaba Lupita.



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