lunes, 26 de noviembre de 2012

ícaro

Siente el empujón brutal de la aceleración aplastándole el pecho, la vibración de los motores. Hundida en su asiento, imagina que el planeta alarga unas manos fibrosas para tirar de ella y retenerla, manos de gigante. Cierra los ojos, respira hondo.

De pronto se siente flotar: ligera y libre, hueca, minúscula en la cabina azul. Como un pájaro.



Sonríe. El cielo entero se ha abierto para ella.

lunes, 19 de noviembre de 2012

llueve tanto que

Cosas que parecen posibles mientras se escucha llover desde la cama, el despertador no ha sonado aún y una se resiste a abrir los ojos, a mirar el mapa que la luz de las farolas dibuja en el techo. Cosas posibles y muy razonables que se imaginan, o quizá se sueñan, pero que luego no.


Por ejemplo, escapar; echar a volar aferrada al paraguas, igual que Mary Poppins. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

por las mañanas

Mirar desde la acera cada mañana y ver a Lupita del otro lado de la luna un poco empañada ya, siempre a la misma hora, sudando sobre la bicicleta estática: el arco tenso de la espalda, el pelo recogido en una coleta nerviosa, los largos muslos como dibujados con el trazo elástico de un pincel...  





Cada mañana, como un reloj. Con una barra de pan tibio debajo del brazo, me paro y procuro mirarla por el rabillo del ojo, como el que no quiere la cosa.

Cada mañana. Religiosamente.

lunes, 5 de noviembre de 2012

M de Murphy

Esos días, ya se sabe. Cuando las cosas parecen cobrar vida y revolverse entre tus manos para acabar siempre en el suelo, estruendosas. Cuando descubres, al ir a desayunar, que no queda leche en la nevera. Cuando te encuentras el parmesano rallado convertido en una masa pegajosa del mismo color que la Cosa del Pantano. Cuando te quemas todos los dedos, los diez, mientras intentas freír una triste sartén de patatas.

Esos días en que, por muchas veces que lo intentes, no hay manera de que el embozado de la cama quede recto. Días de agua fría en la ducha y sin pasta de dientes, cómo no. Días de pantalla azul en el ordenador, en el móvil, en la televisión y hasta en la ventana.



Esos días, ya lo sabes, Lupita: cuando el universo entero parece confabularse en contra tuya y sólo cabe sentarse a esperar, respirar despacito y volver a empezar como si no hubiera pasado nada, a ver si así. 

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