lunes, 11 de junio de 2012

nieve

Lupita se acuerda del primer beso como si se lo hubieran dado ayer mismo. Nevaba, y el jardín del patio trasero parecía cubierto de algodón de azúcar. Le supo a gloria, le encendió la garganta e hizo que toda su piel se erizara y que el aliento abandonara su pecho. Se acuerda todavía hoy, y todavía hoy siente el arrebato de rubor en las mejillas.


Apenas conserva más recuerdos: una semana después, con la nieve transformada en barro sucio, fueron avistados los primeros cilindros procedentes de Marte, y a los pocos días tuvo que aprender a usar un arma. Desde entonces, en su memoria solamente queda lugar para una permanente huida, imágenes borrosas de miedo y de sangre... y ese día de nieve que no se le va a olvidar nunca.

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