lunes, 21 de mayo de 2012

Machen

Lupita pasea por Providence, ciudad solemne y oscura, con un joven y desconfiado Howard Philips. El muchacho le esquiva la mirada y Lupita no sabe bien si la está escuchando siquiera. 

De vuelta al vehículo temporal cantará las cuarenta al resto del equipo: "Hubiera sido mejor enviar a hablar con él a mi madre", dirá: "al menos, a ella la hubiera mirado". 

En el puente, el resto del grupo celebrará la broma: Marinetti, Wells, Cortázar y Lupita, miembros estables de la Liga Cronoilógica, en misión de reclutamiento. En un punto indeterminado del futuro, que quizá es hoy, una pesadilla tentacular y múltiple devora la realidad y se abre paso hacia nuestro presente, que será mañana, o quizá fue ayer.



 "De Robert Howard, entonces, ni hablamos...", la retranca de Julio. "¿Quién nos queda?"

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